Por Tatiana ‘Tatu’ Berghmans
Cuando hablamos de inteligencia artificial (IA) y el cerebro humano, estamos comparando dos formas diferentes de procesar información y aprender cosas nuevas. Vamos a ver en qué se parecen y en qué son distintos, de una manera más fácil de entender.
Cerebro Humano: Nuestra naturaleza
El cerebro humano es como una súper computadora biológica. Está compuesto por billones de células llamadas neuronas que están interconectadas entre sí. Estas neuronas se comunican a través de señales eléctricas y químicas, formando redes que nos permiten pensar, recordar, tomar decisiones y aprender nuevas habilidades. La increíble capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar con la experiencia se llama plasticidad cerebral, y es lo que nos permite aprender cosas nuevas durante toda nuestra vida.
Inteligencia artificial: Máquinas que aprenden
La IA, por otro lado, son sistemas diseñados por humanos para imitar algunas funciones del cerebro. Estos sistemas usan redes neuronales artificiales que procesan datos a través de algoritmos de aprendizaje automático. Aprenden a través de grandes cantidades de datos y ajustan sus conexiones, entre “neuronas artificiales” para mejorar en tareas específicas, como reconocer imágenes o entender la lengua
¿Cómo aprenden?
Cerebro humano: Aprendemos de todo, desde cómo caminar de bebés hasta cómo resolver problemas matemáticos complejos cuando somos adultos. Nuestro cerebro se adapta constantemente a nuevas situaciones y aprende de nuestros errores y éxitos.
Un punto clave a resaltar es la empatía (Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.) Algo que los seres humanos experimentamos naturalmente. Se basa en nuestra capacidad para comprender cómo se sienten los demás, ya sea alegría, tristeza o dolor. Esto no solo involucra nuestras experiencias personales, sino también nuestra habilidad para leer señales emocionales en la comunicación no verbal de otras personas.
En el cerebro humano, la empatía está vinculada a áreas como la corteza cingulada anterior y la ínsula, que nos permiten ponernos en el lugar de los demás y responder emocionalmente a sus experiencias. Es crucial para nuestras relaciones sociales y nuestra capacidad de colaborar y cuidar de los demás.
Inteligencia Artificial: Aprenden a través de datos. Les damos muchos ejemplos de lo que queremos que hagan, como imágenes de gatos y perros, y ellos aprenden a distinguir entre ellos basándose en esos ejemplos.
La IA ha hecho avances asombrosos, pero por más avanzada que sea, no tiene emociones ni experiencias personales. Los sistemas de IA están diseñados para procesar datos y realizar tareas específicas basadas en algoritmos y aprendizaje automático. Aunque pueden detectar patrones en el comportamiento humano y responder a ciertos estímulos, carecen de la capacidad inherente para comprender o sentir emociones como los humanos.
Existen intentos de desarrollar sistemas de IA que puedan simular empatía, como chatbots diseñados para interactuar de manera más humanizada con las personas. Sin embargo, estas simulaciones se basan en algoritmos y no reflejan una verdadera comprensión emocional, pero si se puede detectar emociones simuladas.
Vamos a poner de ejemplo a ChatGPT, el sistema tiene emociones simuladas.
Cuando uno le escribe: Me siento mal
Chat gpt responde: Lamento que te sientas mal.
El lamentar es un sentimiento humano y chat GPT intenta simularlo, pero advierte sus limitaciones, como cuando le preguntas directamente si realmente es algo que lamenta, a lo que te responde:
Como inteligencia artificial, no tengo emociones reales.
Sin embargo, los desarrollos futuros seguramente incluirán muchas más funciones basadas en el aprendizaje por refuerzo y, por lo tanto, emociones simuladas como el arrepentimiento o la felicidad por logros, donde será cada vez más difícil saber qué es real y que no.
Mientras avanzamos en la tecnología, es importante pensar en cómo usarla de manera ética y responsable.
Esto incluye asegurarnos de que los sistemas de IA no estén sesgados, educar a la gente haciéndole saber que los sistemas informáticos no poseen emociones y que al igual que una búsqueda por internet la cual nos puede brindar datos falsos, puede ocurrir lo mismo con una IA, y la misma puede dar posturas basadas en análisis de datos los cuales no siempre son fieles a las posturas éticas a los que cada persona posee.
(*): Chief Brand Officer Obvious Future GmbH.